Deste bello jardín, a
quien el cielo
por mostrar sus
grandezas se dispuso
a darle sitio en lo
mejor del suelo,
y los ricos tesoros que
en él puso,
ésta es la flor, y
aunque es de maravilla,
de otras mayores le
adornó y compuso.
Dejó su gran lealtad,
su fe sencilla,
su imperial nombre, el
ser y no haber sido
del mundo nuevo la
primera silla;
sus calles, su caballo,
su ruïdo,
sus ingenios, sus
damas, su belleza,
sus letras, su virtud,
su abril florido,
primores, joyas, galas
y riquezas:
en todo es grande y
aunque grande en todo
hoy goza y tiene otra
mayor grandeza.
No el ver la plata, el
oro, y seda a rodo,
ni el océano inmenso,
que cargado
de flotas da atributos
a su modo,
ni el tener todo el
orbe encadenado,
ni las curiosidades que
le envía
el chino ardiente y el
flamenco helado;
que esa grandeza aquí o
allí se cría,
mas la que hoy la
gobierna es sola una,
desde do nace a do se
esconde el día.
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