Juana Inés de Asbaje y
Ramírez o Juana de Asbaje (de Asuaje según algunos),
llamada El Fénix de América y también La
décima Musa. Escritora barroca novohispana
(mexicana), poeta y dramaturga de la segunda mitad del
siglo XVII. Mujer deslenguada y locuaz donde las haya.
Nació en un pueblito del valle de México, San Miguel
Nepantla, cercano a Amecameca, y aprendió náhuatl con
sus vecinos. Descubrió la biblioteca de su abuelo y así
se aficionó a los libros. Aprendió todo cuanto era
conocido en su época, es decir, leyó a los clásicos
griegos y romanos, y a la teología del momento. Aprendió
latín de autodidacta en veinte lecciones, a saber en los
datos que se mencionan en algunas de sus obras, lo hizo
escuchando las clases que eran impartidas a su hermana,
esto a escondidas, sin embargo, también podemos saber de
esto, por Marco Aurelio Almazán.
De muchacha estuvo en
la corte virreinal mexicana, y de este tiempo hay muy
pocos datos biográficos, aunque se sabe que fue dama de
la virreina Marquesa de Mancera. Quiso ir a la
Universidad y en algún momento le pasó por la cabeza
vestirse de hombre, pero a fin de cuentas decidió que
era menos descabellado meterse a monja. Después de un
intento fallido con las Carmelitas, cuya regla era de
una rigidez extrema que la llevo a un periodo de
convalecencia, ingresó en la orden de las Jerónimas,
donde la disciplina era algo más relajada. Tenía una
celda de dos pisos y sirvienta. Allí se pasó la vida,
escribiendo versos sacros y profanos, villancicos cada
Navidad, autos sacramentales y dos comedias de capa y
espada. También sirvió como administradora del convento,
con bastante buen tino. Su confesor, el jesuita Antonio
Núñez de Miranda le reprochó harto que escribiese, labor
que creía vedada para la mujer, lo que junto con el
frecuente contacto con las más altas personalidades de
la época debido a su gran fama intelectual, desencadenó
las iras de éste, ante lo que ella, bajo la protección
de la Virreina, Marquesa de la Laguna decidió rechazarlo
como confesor. Esta amistad con las virreinas queda
plasmada en versos que usando el código del amor cortés
han llevado a una erronea interpretación de las mismas,
en aras de ciertas tendencias homosexuales. A las dos
que coincidieron temporalmente con ella les escribió
poemas bastante encendidos, y a una le dedicó un retrato
y un anillo. Fue precisamente una de las virreinas la
primera en publicar poemas de Sor Juana. Sor Juana se
vio involucrada en una disputa teológica, a raiz de una
crítica privada que realizó de un sermón del muy
conocido predicador de la época Antonio Vieira, que fue
publicada por el obispo de Puebla Manuel Fernández de
Santa Cruz, quien la prologó bajo el seudónimo de Sor
Filotea, lo que provocó la reacción de la poetisa a
través del escrito "Respuesta a Sor Filotea", donde hace
una encendida defensa de la labor intelectual de la
mujer.
Poco
antes de su muerte, Sor Juana fue obligada por su
confesor a deshacerse de su biblioteca y su colección de
instrumentos musicales y científicos. Recuérdese que en
su tiempo la Santa Inquisición estaba activa. Murió a
los cuarenta y tres años, durante una epidemia.
Entre sus obras se
cuentan montones de poemas galantes, poemas de ocasión
para regalos o cumpleaños de sus amigos, poemas de
vestíbulo sobre pies o consonacias sugeridos por otros,
letras para cantarse en diversas celebraciones
religiosas, y dos comedias llamadas "Amor es más
laberinto" y "Los empeños de una casa".
Según ella, casi todo
lo escrito era por encargo y la única cosa que escribió
por gusto propio es un poema filosófico llamado "El
sueño", que muchas veces se edita bajo el título de
"Primer sueño". Se trata de una alegoría de varios
cientos de líneas, con forma de silva, a propósito del
ansia de saber, el vuelo del pensamiento y su
consecuente trágica caída (acaso premonitorio de
Frankenstein). Sor Juana también escribió un tratado de
música, llamado "El Caracol", que está perdido.
El estudio de más
autoridad sobre Sor Juana fue escrito por Octavio Paz, y
se titula "Sor Juana Inés de la Cruz o las trampas de la
fe", que edita el Fondo de Cultura Económica.
La editorial Porrúa
publica las obras completas de Sor Juana en un práctico
volumen de la colección "Sépan cuántos...", el célebre
número 100, desnudo, sin aparato académico, salvo un
sobrio y breve estudio preliminar.
Barroca hasta la
médula, Sor Juana era muy dada a hacer retruécanos, a
verbalizar sustantivos y a sustantivizar verbos, a
acumular tres adjetivos sobre un mismo sustantivo y
repartirlos por toda la oración, y todos esas libertades
gramáticas que estaban de moda en su tiempo. Por ello, y
porque también gustaba mucho de hacer referencias
mitológicas que actualmente caen fuera de la cultura
general de las gentes, su lectura es bastante escabrosa
para el ciudadano de a pie. Un repaso a Las metamorfosis
de Ovidio será de mucha utilidad a quien quiera
disfrutar de Sor Juana y quedarse con menos dudas.
Dentro de sus obras podemos encontrar las siguientes:
PROSA:
LÍRICA:
TEATRO:
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